Martes 27 de febrero – SIEMPRE FIEL A SU PACTO – ¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR! “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la…

 Martes 27 de febrero – SIEMPRE FIEL A SU PACTO – ¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

“La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra angular. Obra del Señor es esto, es una maravilla a nuestros ojos” (Sal. 118:22, 23).

Martes: 27 de febrero

SIEMPRE FIEL A SU PACTO

Lee Salmos 89:27 al 32 y 38 al 46; y 132:10 al 12. ¿En qué consiste el pacto davídico? Al parecer, ¿qué fue lo que lo puso en peligro?

 

Salmos 89:27-32 y 38-46

27 Yo también le pondré por primogénito, El más excelso de los reyes de la tierra. 28 Para siempre le conservaré mi misericordia, Y mi pacto será firme con él. 29 Pondré su descendencia para siempre, Y su trono como los días de los cielos. 30 Si dejaren sus hijos mi ley, Y no anduvieren en mis juicios, 31 Si profanaren mis estatutos, Y no guardaren mis mandamientos, 32 Entonces castigaré con vara su rebelión, Y con azotes sus iniquidades.

38 Mas tú desechaste y menospreciaste a tu ungido, Y te has airado con él. 39 Rompiste el pacto de tu siervo; Has profanado su corona hasta la tierra. 40 Aportillaste todos sus vallados; Has destruido sus fortalezas. 41 Lo saquean todos los que pasan por el camino; Es oprobio a sus vecinos. 42 Has exaltado la diestra de sus enemigos; Has alegrado a todos sus adversarios. 43 Embotaste asimismo el filo de su espada, Y no lo levantaste en la batalla. 44 Hiciste cesar su gloria, Y echaste su trono por tierra. 45 Has acortado los días de su juventud; Le has cubierto de afrenta. Selah 46 ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá tu ira como el fuego?

 

Salmos 132:10-12

10 Por amor de David tu siervo No vuelvas de tu ungido el rostro. 11 En verdad juró Jehová a David, Y no se retractará de ello: De tu descendencia pondré sobre tu trono. 12 Si tus hijos guardaren mi pacto, Y mi testimonio que yo les enseñaré, Sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre.

El pacto davídico contiene la promesa de Dios de sostener eternamente el linaje de David y la prosperidad del pueblo de Dios (1 Sam. 7:5-16; Sal. 89:1-4, 19-37; 132:12-18). La permanencia del pacto se afianzaba sobre el solemne juramento de Dios y la fidelidad del rey a Dios. Sin embargo, incluso los reyes devotos, como el rey David, no siempre fueron fieles al Señor. Salmo 89 se lamenta por la dura realidad que parece indicar que las gloriosas promesas del pacto davídico se han perdido. ¿Abandonó Dios irremediablemente a Israel? La respuesta, por supuesto, es ¡NO!

Sí, la ira de Dios es una expresión del juicio divino (Sal. 38:1; 74:1). No obstante, no dura para siempre, porque el amor eterno de Dios perdona los pecados de las personas cuando estas se arrepienten. Pero, mientras dura, el descontento de Dios con su pueblo descarriado es grave. El pueblo siente las amargas consecuencias de su desobediencia y se da cuenta de la gravedad de sus pecados (Sal. 89:38-46). Con todo, pregunta: “¿Hasta cuándo?”, apelando al carácter pasajero de la ira de Dios (Sal. 89:46). La esperanza renovada surge de una nueva seguridad en la fidelidad de Dios para “recordar” su gracia (Sal. 89:47, 50).

En resumen, aunque el componente humano del pacto fracasara, el pueblo podía descansar en la promesa de los propósitos inmutables de Dios mediante el Mesías, que encarna toda la justicia y la salvación de Israel y del mundo entero. Es decir, al final, Dios prevalecerá y su Reino eterno se establecerá para siempre, pero únicamente gracias a Jesús, y no al pueblo de Dios.

Jesucristo es el Hijo de David y es el Mesías (Mat. 1:1; Heb. 1:8). Se lo llama “el primogénito (el principal) de toda creación” (Col. 1:15), en alusión a Salmo 89:27, que llama a David, quien era el tipo de Cristo, el primogénito de Dios. “Yo también lo pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra”.

Es evidente que el título “primogénito” no expresa la condición biológica de David, porque David era el octavo hijo de sus padres (1 Sam. 16:10, 11). Lo mismo sucede con Jesús. Este título significa su honor y su autoridad especiales (Col. 1:16, 20-22). Dios hizo de Jesús el Rey supremo sobre todo el mundo cuando lo resucitó de entre los muertos (Hech. 2:30, 31).

Lee Colosenses 1:16 y 20 al 22. ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de quién es Jesús y qué hizo por nosotros? ¿Qué promesa puedes extraer de esto para ti?

Comentarios Elena G.W

Grandes y gloriosas fueron las promesas hechas a David y a su casa. Eran promesas que señalaban hacia el futuro, hacia las edades eternas, y encontraron la plenitud de su cumplimiento en Cristo. El Señor declaró:

«Juré a David mi siervo, diciendo:.. Mi mano será firme con él, mi brazo también lo fortificará… Y mi verdad y mi misericordia serán con él; y en mi nombre será ensalzado su cuerno. Asimismo pondré su mano en la mar, y en los ríos su diestra. El me llamará: Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salud. Yo también le pondré por primogénito, alto sobre los reyes de la tierra. Para siempre le conservaré mi misericordia; y mi alianza será firme con él. Y pondré su simiente para siempre, y su trono como los días de los cielos». Salmo 89:3, 21-29 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 818, 819).

Más de un obrador de iniquidad ha excusado su propio pecado señalando la caída de David; pero ¡cuán pocos son los que manifiestan la penitencia y la humildad de David! ¡Cuán pocos soportarían la reprensión y la retribución con la paciencia y la fortaleza que él manifesto!

Pero él vio en su propio pecado la causa de su dificultad. Las palabras del profeta Miqueas respiran el espíritu que alentó el corazón de David: «Aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz. La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi juicio». Miqueas 7:8, 9. Y el Señor no abandonó a David. Este capítulo de su experiencia cuando, sufriendo los insultos más crueles y los agravios más severos, se muestra humilde, desinteresado, generoso y sumiso, es uno de los más nobles de toda su historia. Jamás fue el gobernante de Israel más verdaderamente grande a los ojos del cielo que en esta hora de más profunda humillación exterior (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 797, 798).

El apóstol [Pablo] exaltó a Cristo delante de sus hermanos como aquel por quien Dios había creado todas las cosas, y por quien había labrado su redención. Declaró que la mano que sostiene los mundos en el espacio y mantiene en su ordenada distribución e infatigable actividad todas las cosas en el universo, es la que fue clavada por ellos en la cruz. «Por él fueron criadas todas las cosas —escribió Pablo— que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten»…

El Hijo de Dios se humilló para levantar al caído. Por ello dejó los mundos celestiales que no han conocido el pecado, los noventa y nueve que le amaban, y vino a esta tierra para ser «herido por nuestras rebeliones», y «molido por nuestros pecados». Isaías 53:5… Lleno de ternura, compasión, simpatía, siempre considerado con los demás, representó el carácter de Dios. «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros… lleno de gracia y de verdad». Juan 1:14 (Los hechos de los apóstoles, pp. 376, 377).

Elena G.W

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *