23 de Enero – ¡Sácalo del congelador! – Devoción Matutina 2025 para Damas | Amanecer con Jesús

«Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal» Mateo 6:…

 23 de Enero – ¡Sácalo del congelador! – Devoción Matutina 2025 para Damas | Amanecer con Jesús

«Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal» Mateo 6: 12.

Cierto día, mientras me trasladaba de una ciudad a otra, entablé conversación con mi compañera de viaje. Recuerdo con claridad cuando me dijo que tenía en el congelador a su loro, que había muerto hacía casi un año. Estaba tan triste por la partida del lorito que lo mantenía congelado y, de vez en cuando, lo sacaba del congelador para acariciarlo. Ante mi evidente asombro, ella me preguntó si no era bueno tenerlo allí. Mi respuesta fue: «Sáquelo del congelador. Entiérrelo. Para que su corazón pueda sanar, tiene que descongelar a su loro y cerrar ese ciclo quele causa dolor». No sé si siguió mi consejo, pues no volví a verla nunca.

Esta experiencia generó en mi mente un paralelismo con la vida: guardamos en nuestros helados corazones rencores que, de vez en cuando, sacamos y «acariciamos» nuevamente, lo cual nos impide vivir en paz. No es la tranquilidad emocional únicamente la que se ve afectada, sino que estudios han demostrado que también la salud física se ve desmejorada cuando «acariciamos» rencores por cosas pasadas. Esa emoción negativa desencadena desde el cerebro una serie de desórdenes hormonales que causan enfermedades tales como cardiopatías, trastornos estomacales, depresión, diabetes, hipertensión o daños renales.

Las personas que mantienen congelados viejos resentimientos y los «acarician» de vez en cuando van acortando día a día su vida. En una encuesta realizada en 2010 por Francisco Javier Escobedo Conde, ante la pregunta: «¿Perdono las ofensas de mis agresores?», el 29% respondió que «algunas veces», el 64% aseguró que «casi siempre», y solo el 7% afirmó que «siempre» lo hacen. Al respecto, Escobedo afirma: «Perdonar es un regalo que nos damos a nosotros mismos para liberarnos de algo que nos tiene atrapados. Si no perdonamos estaremos atados a las ofensas vividas». Ya lo dijo Jesús hace dos mil años: es necesario perdonar a nuestros ofensores. Bien sabía él que, aun en nuestros días, tendríamos dificultad en perdonarnos unos a otros, y por eso incluyó este asunto en la oración modelo.

Piensa si tienes algún rencor no resuelto en tu corazón. De ser así, dobla tus rodillas y clama al Señor para que te ayude a eliminarlo de tu vida. Y allí mismo, sin necesidad de que te pidan perdón, decide perdonar. Recuerda que, si no puedes perdonar, tampoco podrás orar el padrenuestro. La buena noticia es que el corazón donde Jesús tiene su morada siempre está dispuesto a perdonar. ¡Sácalo del congelador y libérate!

Posdata: Feliz de perdonar.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *