Lunes 22 de abril – LA LUZ VENCE A LAS TINIEBLAS – DEFENDAMOS LA VERDAD

DEFENDAMOS LA VERDAD “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea…

 Lunes 22 de abril – LA LUZ VENCE A LAS TINIEBLAS – DEFENDAMOS LA VERDAD

DEFENDAMOS LA VERDAD

“Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15).

Lunes: 22 de abril

LA LUZ VENCE A LAS TINIEBLAS

Lee Judas 1:3 y 4. ¿Cuál es la advertencia aquí y cómo se aplicó a la iglesia cristiana posterior?

 

Judas 1:3-4

Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.

El libro de Judas se escribió en algún momento antes de 65 d.C. para los cristianos fieles “santificados en Dios el Padre y guardados por Jesucristo” (Jud. 1:1). Exhortaba a estos fieles creyentes a “cont[ender] por la fe que una vez fue confiada a los santos. Porque se han infiltrado algunos hombres […] que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios” (Jud. 1:3, 4). Esta amonestación tuvo aún más significado para los creyentes de la Edad Media, después de que las prácticas paganas inundaran la iglesia y las tradiciones humanas pusieran en juego la Palabra de Dios. Durante muchos siglos, hubo pueblos como los valdenses, que defendieron las verdades de las Escrituras. Creían que Cristo era su único Mediador; y la Biblia, su única fuente de autoridad. “En todas las edades hubo testigos de Dios: hombres que conservaron su fe en Cristo como único Mediador entre Dios y los hombres, sostuvieron la Biblia como única regla de la vida y santificaron el verdadero día de reposo” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 66).

Lee Apocalipsis 2:10. ¿Qué promete Dios a los que le son fieles aun ante la muerte misma?

 

Apocalipsis 2:10

10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.

Estas palabras fueron escritas a la iglesia de Esmirna. Uno de los dioses patronos de la ciudad era Dionisio, el dios de la fiesta y la fertilidad. Cuando morían los sacerdotes de Dionisio, en el cortejo fúnebre se les colocaba una corona sobre la cabeza. Juan contrasta esta corona terrenal que se colocaba en la cabeza al morir con la corona de la vida que se coloca en la cabeza de los que vencen a las fuerzas del mal. La corona de la vida se entrega a quienes soportaron pruebas, dificultades, sufrimientos y la muerte misma por amor a Cristo.

La corona de la vida inspira a estos fieles creyentes. La corona de la vida siempre motiva a los creyentes en circunstancias difíciles. Inspiró a los valdenses en medio del dolor y la persecución. Ellos sabían que un día verían a Jesús y vivirían con él para siempre. La corona de la vida también nos habla a nosotros: quizás ahora pasemos por pruebas, pero nos espera la corona de la vida, si mantenemos nuestros ojos fijos en Jesús.

¿Qué te anima en tiempos difíciles? ¿Qué te asusta? ¿Qué promesas puedes reclamar para esos momentos?

Comentarios Elena G.W

Todo el que en ese día malo quiera servir sin temor a Dios, de acuerdo con los dictados de su conciencia, necesitará valor, firmeza y conocimiento de Dios y de su Palabra; porque los que sean fieles a Dios serán perseguidos, sus motivos serán condenados, sus mejores esfuerzos serán desfigurados y sus nombres serán denigrados. Satanás obrará con todo su poder engañador para influir en el corazón y obscurecer el entendimiento, para hacer pasar lo malo por bueno, y lo bueno por malo. Cuanto más fuerte y pura sea la fe del pueblo de Dios, y más firme su determinación de obedecerle, más fieramente tratará Satanás de excitar contra ellos la ira de los que, mientras pretenden ser justos, pisotean la ley de Dios. Se requerirá la más firme confianza, el más heroico propósito, para conservar la fe (Los hechos de los apóstoles, p. 344).

Satanás introducirá fábulas agradables en la mente de los que no aman la verdad. Acusará con airado celo a los observadores de los mandamientos… Satanás reclama para sí el mundo, pero hay un grupo reducido que lucha contra sus engaños y lucha denodadamente por la fe que una vez fue dada a los santos. Satanás se empeña en destruir a ese pueblo. Pero Dios es su torre de fortaleza. Levantará por ellos estandarte contra el enemigo. Será para ellos «escondedero contra el viento» y «refugio contra el turbión». Isaías 32:2. Les dirá: «Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos». Isaías 26:20, 21 (A fin de conocerle, 15 de diciembre, p. 354).

Que ninguno se lisonjee pensando que es una persona de éxito, a menos que conserve la integridad de su conciencia y se entregue del todo a la verdad y a Dios. Debemos avanzar firmemente y nunca perder el ánimo ni la fe en las buenas obras, no importan las pruebas que se presenten en el camino o la oscuridad moral que nos rodee. La paciencia, la fe, y el amor por el deber son las lecciones que tenemos que aprender. Subyugar el yo y contemplar a Jesús es trabajo de todos los días. El Señor nunca abandonará al alma que confía en él y solicita su ayuda. La corona de la vida se coloca sobre la frente de aquel que ha vencido. Para todos, hay una obra seria y solemne que hacer por Dios mientras dure la vida. A medida que el poder de Satanás aumenta y se multiplican sus artimañas, los que están a cargo del rebaño de Dios deben mostrarse hábiles y aptos y ejercer un perspicaz don de mando. No solamente tiene cada uno de nosotros una obra que hacer por su propia alma, sino que también tenemos el deber de despertar a otros para que busquen la vida eterna (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 66, 67).

Elena G.W

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