Recuerdo cuando era estudiante y en la hora de educación física en la escuela, el profesor dividía el curso en dos equipos para hacer competencias. ¡Eran emocionantes! Y sucedió muchas veces que el equipo que un principio iba ganando se ponía a festejar y burlarse de su oponente, para después tener que saborear la derrota. Por ello, cuando alguno se ponía a festejar sin haber terminado el partido, el profesor decía: “No canten victoria antes de tiempo”. ¿Te suena familiar? ¿Te ha sucedido alguna vez?
¿Sabes que en la Biblia encontramos una historia donde cantaron victoria antes de tiempo? ¿Quieres saber qué historia es y cómo les fue después de todo? Se encuentra en 2 Crónicas 20. Los moabitas y los amonitas se aliaron: formaron un enorme ejército y le declararon la guerra al rey Josafat, quien quedó aterrado cuando le dieron la noticia. Inmediatamente mandó a proclamar ayuno en todo Judá, y sus habitantes se reunieron junto al rey en el templo del Señor. El rey hizo una oración en voz alta, donde le presentó el problema a Dios, reconociendo su total impotencia frente al gran ejército aliado, pero reconociendo también el total poder de Dios y esperando en él.
Su oración tuvo respuesta inmediata. Alguien de la multitud, bajo inspiración divina, dijo lo siguiente: “Esto dice el Señor: ¡No tengan miedo! No se desalienten por este poderoso ejército, porque la batalla no es de ustedes, sino de Dios […]. Ustedes ni siquiera tendrán que luchar. Tomen sus posiciones, luego quédense quietos y observen la victoria del Señor” (2 Crón. 20:15-17, NTV).