Jueves 29 de agosto – EL MANDAMIENTO MÁS IMPORTANTE – CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN

CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN “Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que su Padre que está en…

 Jueves 29 de agosto – EL MANDAMIENTO MÁS IMPORTANTE – CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN

CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN

“Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que su Padre que está en los cielos perdone también sus ofensas” (Mar. 11: 25).

Jueves: 29 de agosto

EL MANDAMIENTO MÁS IMPORTANTE

Lee Marcos 12:28 al 34. ¿Qué profunda pregunta hizo el escriba amigable, y cuál fue la doble respuesta de Jesús?

 

Marcos 12:28-34

28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? 29 Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. 32 Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; 33 y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. 34 Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.

Hasta este punto del Evangelio de Marcos, la mayoría de los líderes religiosos, con pocas excepciones, son antagónicos a Jesús. Esto es particularmente cierto en el caso de Jerusalén, donde Jesús ha confrontado al liderazgo acerca de la adoración en el Templo, algo que se encuentra en el corazón mismo del judaísmo. Por lo tanto, el hecho de que un escriba escuchara las disputas y apreciara las respuestas de Jesús demuestra honestidad y valentía frente a la animosidad prevaleciente contra él. Habría sido más fácil simplemente permanecer en un segundo plano y solo observar, aun simpatizando con Jesús. Pero este hombre no hace eso.

El escriba penetra hasta el corazón mismo de la religión con su pregunta acerca de cuál de los mandamientos es el más importante. Jesús responde con simplicidad y claridad citando la Shemá, la confesión de fe del judaísmo tomada de Deuteronomio 6:4 y 5. El más importante de los mandamientos, dice Jesús, es amar a Dios con todo el corazón, el alma, la mente y las fuerzas; es decir, con la totalidad del ser. Jesús concede un extra al escriba al mencionar el segundo mandamiento en orden de importancia: cita nuevamente el Antiguo Testamento, esta vez Levítico 19:18. Este mandamiento consiste en amar al prójimo como a uno mismo.

La gente se pregunta a veces cómo es posible exigir el amor. El contexto cultural del mandato que aparece en Deuteronomio ayuda a esclarecer esto. Ese lenguaje es tomado de los antiguos pactos o tratados entre partes, y el término traducido como “amor” se refiere al hecho de ser fiel a los requerimientos convenidos en el acuerdo, cumpliéndolos fielmente. Por lo tanto, aunque no se descarta el afecto profundo entre las partes, ese término está mucho más centrado en las acciones que demuestran esa lealtad.

El escriba fue honesto y apreció la claridad y la simplicidad de la respuesta de Jesús, reconociéndolas a viva voz. Uno puede imaginar los ceños fruncidos de los otros líderes religiosos puesto que el escriba honesto afirma que la respuesta de Jesús es válida, algo que ninguno de ellos estuvo dispuesto a hacer. Jesús también expresó su reconocimiento hacia el escriba por su respuesta honesta al decirle que no estaba lejos del Reino de Dios. No estar lejos no significaba estar dentro. Lo que el escriba todavía necesitaba era reconocer quién era Jesús y seguirlo, un paso adicional en el camino de la fe.

¿Cómo aprendemos a amar a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos? ¿Por qué es la Cruz la clave para obedecer estos mandamientos?

Comentarios Elena G.W

El escriba que había interrogado a Jesús estaba bien instruido en la ley y se asombró de sus palabras. No esperaba que manifestase un conocimiento tan profundo y cabal de las Escrituras. Obtuvo una visión más amplia de los principios básicos de los preceptos sagrados. Delante de los sacerdotes y gobernantes congregados, reconoció honradamente que Cristo había dado la debida interpretación a la ley, diciendo:

«Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y que amarle de todo corazón, y de todo entendimiento, y de toda el alma, y de todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, más es que todos los holocaustos y sacrificios».

La sabiduría de la respuesta de Cristo había convencido al escriba. Sabía que la religión judía consistía en ceremonias externas más bien que en piedad interna. Sentía en cierta medida la inutilidad de las ofrendas ceremoniales, y del derramamiento de sangre para la expiación del pecado si no iba acompañado de fe. El amor y la obediencia a Dios, la consideración abnegada para con el hombre, le parecían de más valor que todos estos ritos. La disposición de este hombre a reconocer la corrección del raciocinio de Cristo y su respuesta decidida y pronta delante de la gente, manifestaban un espíritu completamente diferente del de los sacerdotes y gobernantes. El corazón de Jesús se compadeció del honrado escriba que se había atrevido a afrontar el ceño de los sacerdotes y las amenazas de los gobernantes al expresar las convicciones de su corazón. «Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del reino de Dios» (El Deseado de todas las gentes, p. 560).

Los mandamientos de Dios son abarcantes y de gran amplitud. En unas pocas palabras, despliegan todo el deber del hombre. «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas… Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Marcos 12:30, 31. La longitud y la anchura, la profundidad y la altura de la ley de Dios están abarcadas en esas palabras, pues Pablo declara: «El cumplimiento de la ley es el amor». Romanos 13:10. La única definición que encontramos en la Biblia para el pecado es que «pecado es infracción de la ley». 1 Juan 3:4. Declara la Palabra de Dios:

«Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios». Romanos 3:23. «No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno». Romanos 3:12. Muchos están engañados acerca de la condición de su corazón. No comprenden que el corazón natural es engañoso más que todas las cosas y desesperadamente impío. Se envuelven con su propia justicia y están satisfechos con alcanzar su propia norma humana de carácter. Sin embargo, cuán fatalmente fracasan cuando no alcanzan la norma divina y, por sí mismos, no pueden hacer frente a los requerimientos de Dios.

Podemos medirnos a nosotros por nosotros mismos, podemos compararnos entre nosotros mismos; quizá digamos que nos portamos tan bien como este o aquél, pero la pregunta por la que se demandará una respuesta en el juicio es: ¿Llenamos los requisitos de las demandas del alto cielo? ¿Alcanzamos la norma divina? ¿Están en armonía nuestros corazones con el Dios del cielo? (Mensajes selectos, t. 1, pp. 376, 377).

Elena G.W

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