Martes 21 de marzo – LAS RECOMPENSAS DE LA FIDELIDAD
LAS RECOMPENSAS DE LA FIDELIDAD “Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre…

LAS RECOMPENSAS DE LA FIDELIDAD
“Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor’” (Mat. 25:21).
Martes: 21 de Marzo
LA NUEVA JERUSALÉN
La descripción bíblica de la Nueva Jerusalén es lo que Abraham vio por fe. “Porque esperaba la ciudad con fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb. 11:10). La Nueva Jerusalén es la obra maestra de Dios, construida para quienes lo aman y guardan sus mandamientos. La Nueva Jerusalén será el hogar de los hijos fieles de Dios en el Cielo durante el Milenio y, posteriormente, en la Tierra Nueva por la eternidad. Hay buenas noticias para los que no nos gusta empacar o mudarnos: Dios se encarga de todo. Juan dice que vio la ciudad: “Y yo, Juan, vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, engalanada como una novia para su esposo” (Apoc. 21:2).
Lee Apocalipsis 21. ¿Cuáles son algunas de las cosas que se nos prometen?
Hay tanto aquí que nuestra mente (afectada por el pecado, y que solo conoce un mundo caído y atormentado por el pecado) apenas puede comprender. Pero lo que sí podemos entender es que está lleno de esperanza.
En primer lugar, así como Jesús habitó con nosotros en este mundo caído cuando vino en la carne, morará con nosotros en el nuevo mundo. ¡Qué privilegio debió haber sido para quienes vieron a Jesús de cerca y en persona! Tendremos esa oportunidad nuevamente, solo que ahora sin el velo del pecado, que distorsiona lo que vemos.
Entonces, también, los que solo conocemos las lágrimas y la tristeza, el llanto y el dolor entendemos una de las mayores promesas de toda la Biblia: “Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. Y no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron” (Apoc. 21:4). Todas esas “primeras cosas” habrán pasado, cosas que nunca debieron haber existido.
Además, del Trono de Dios fluye el río puro de vida, y a ambos lados del río está el árbol de la vida. El Trono de Dios estará allí, y “verán su rostro” (Apoc. 22:4). Una vez más, los redimidos vivirán en una intimidad con Dios que, por lo general, no tenemos ahora.
Lee Apocalipsis 21:8, sobre el destino de los que enfrentarán la Segunda Muerte. ¿Qué pecado de quienes allí se describe Jesús no pudo perdonar? ¿Por qué, entonces, se pierden estas personas, cuando algunos que han hecho las mismas cosas se salvan? ¿Cuál es la diferencia crucial entre estos dos grupos?
Comentarios Elena G.W
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Apocalipsis 21:2. Allí está la nueva Jerusalén, la metrópoli de la nueva tierra glorificada, "corona de hermosura en la mano de Jehová, y una diadema real en la mano de nuestro Dios". Isaías 62:3. "Su luz era semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, transparente como el cristal". Apocalipsis 21:11... "¡He aquí el tabernáculo de Dios está con los hombres, y él habitará con ellos, y ellos serán pueblos suyos, y el mismo Dios con ellos estará, como Dios suyo!" Apocalipsis 21:3. "No necesitan luz de lámpara, ni luz del sol; porque el Señor Dios los alumbrará". Apocalipsis 22:5. La luz del sol será sobrepujada por un brillo que sin deslumbrar la vista excederá sin medida la claridad de nuestro mediodía. La gloria de Dios y del Córdero inunda la ciudad santa con una luz que nunca se desvanece. Los redimidos andan en la luz gloriosa de un día eterno que no necesita sol (God's Amazing Grace, p. 369; parcialmente en La maravillosa gracia de Dios, p. 369). Cristo ha sido para estos fieles seguidores un compañero de cada día, un amigo familiar. Han vivido en una estrecha y constante comunión con Dios. Sobre ellos apareció la gloria del Señor. En ellos se ha reflejado la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. Ahora se gozan en los no empañados rayos del resplandor de la gloria del Rey en su majestad. Están preparados para la comunión del cielo, porque tienen el cielo en sus corazones... Un poco más, y veremos al Rey en su hermosura. Un poco más, y él enjugará toda lágrima de nuestros ojos... Entonces innumerables voces entonarán el himno: "He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios". Apocalipsis 21:3 (La maravillosa gracia de Dios, p. 358). Mientras la vida es la heredad de los justos, la muerte es la porción de los impíos. Moisés declaró a Israel: "Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal". Deuteronomio 30:15. La muerte de la cual se habla en este pasaje no es aquella a la que fue condenado Adán, pues toda la humanidad sufre la penalidad de su transgresión. Es "la muerte segunda", puesta en contraste con la vida eterna. A consecuencia del pecado de Adán, la muerte pasó a toda la raza humana. Todos descienden igualmente a la tumba. Y debido a las disposiciones del plan de salvación, todos saldrán de los sepulcros. "Ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos" Hechos 24:15. "Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados". 1 Corintios 15:22. Pero queda sentada una distinción entre las dos clases que serán resucitadas. "Todos los que están en los sepulcros oirán su voz [del Hijo del hombre]; y los que hicieron bien, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron mal a resurrección de condenación". Juan 5:28, 29. Los que hayan sido "tenidos por dignos" de resucitar para la vida son llamados "dichosos y santos". "Sobre los tales la segunda muerte no tiene poder". Apocalipsis 20:6 (El conflicto de los siglos, p. 532).
Elena G.W