Martes 6 de junio – EL SELLO DE DIOS Y LA MARCA DE LA BESTIA – PRIMERA PARTE

EL SELLO DE DIOS Y LA MARCA DE LA BESTIA – PRIMERA PARTE “Entonces vi a otro ángel que subía…

 Martes 6 de junio – EL SELLO DE DIOS Y LA MARCA DE LA BESTIA – PRIMERA PARTE

EL SELLO DE DIOS Y LA MARCA DE LA BESTIA – PRIMERA PARTE

“Entonces vi a otro ángel que subía del este con el sello del Dios vivo. Y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, quienes habían recibido poder de dañar la Tierra y el mar, y les dijo: ‘No dañen la Tierra, ni el mar, ni los árboles, hasta que sellemos en sus frentes a los siervos de nuestro Dios’ ” (Apoc. 7:2, 3).

Martes: 6 de junio

COSECHAMOS LO QUE SEMBRAMOS

La profecía ligada a la marca de la bestia hace referencia a la intolerancia religiosa, a un boicot económico, a la persecución y, finalmente, a un decreto de muerte. Sorprendentemente, también es un mensaje de ánimo. Incluso en el peor momento, Dios sustentará a su pueblo, a los que “guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12). Y, entre esos mandamientos, por supuesto, está el cuarto, el sábado.

La profecía de la marca de la bestia en Apocalipsis 13 nos habla de lo peor de la guerra de Satanás contra Dios, del punto culminante. Su primera estrategia en esta campaña es el engaño. Apocalipsis 13 habla de un tiempo en el futuro cuando el diablo obrará mediante un poder político-religioso terrenal llamado “la bestia”, y recurrirá al uso de la fuerza.

La persecución religiosa, por supuesto, no es nueva. Ha existido desde que Caín mató a Abel por adorar de la manera en que Dios les indicó (ver Gén. 4:1-8). Jesús dijo que incluso los creyentes del siglo I sufrirían persecución, y que así sería a lo largo de los siglos: “Aun viene la hora”, advirtió, “cuando el que los mate pensará que rinde servicio a Dios” (Juan 16:2; ver también Mat. 10:22; 1 Ped. 4:12).

La profecía de la marca de la bestia tiene que ver con el eslabón final en esta cadena impía. Al igual que las persecuciones del pasado, está diseñada para obligar a todos a ajustarse a determinado conjunto de creencias y a un sistema de culto autorizado.

Lee Apocalipsis 13:15 al 17. ¿Qué enfrentará el pueblo de Dios en la crisis final?

 

Apocalipsis 13:15-17

15 Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. 16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; 17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.

La profecía dice que la persecución comenzará con sanciones económicas: “Ninguno [podrá] comprar ni vender”, a menos que tenga “la marca”. Cuando esto suceda, la inmensa mayoría capitulará. Todo el que se niegue finalmente enfrentará un decreto de muerte.

El diablo está preparando a los cristianos profesos mediante transigencias en su vida para recibir la marca de la bestia cuando la prueba final sobrevenga sobre nosotros en el futuro. El amor de Dios por cada uno de nosotros nos fortalecerá y nos preservará durante los tiempos difíciles que se avecinan.

 Lee Gálatas 6:7 al 9. Aunque esto no se escribió en el contexto de los eventos de los últimos días, ¿por qué este principio es tan relevante para las cuestiones sobre la marca de la bestia y cómo podemos permanecer fieles?

Comentarios Elena G.W

Cristo anunció a sus discípulos lo que les esperaba en su trabajo de evangelización. Sabía cuáles serían sus sufrimientos, y cuáles las pruebas y tribulaciones que tendrían que sobrellevar. No quiso ocultarles lo que iba a sucederles, no fuese que las dificultades, al sobrevenir repentinamente, hiciesen vacilar su fe. «Y ahora os lo he dicho antes que suceda —dice él—, para que cuando suceda, creáis». Juan 14:29. La prueba, en vez de minar su fe, debía afirmarla. Unos a otros debían repetirse: «Nos había dicho que esto vendría y cómo hacerle frente».

«He aquí, dijo Jesús, yo os envío como ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes como serpientes, y sencillos como palomas». «Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre; mas el que soportare hasta el fin, este será salvo». Mateo 10:16, 22.

Cristo fue aborrecido sin causa. ¿Causará sorpresa que sean aborrecidos los que llevan su señal y le están sirviendo? (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 189).

Los adoradores de Dios se caracterizarán especialmente por su respeto al cuarto mandamiento, puesto que esta es la señal de su poder creador y el testimonio de su derecho a la reverencia y al homenaje de los seres humanos. Los impíos se caracterizarán por sus esfuerzos por derribar el monumento del Creador, y por exaltar la institución de Roma. Toda la cristiandad se dividirá en dos grandes clases: los que guardarán los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y los que adorarán a la bestia y a su imagen y recibirán su marca. Aunque la iglesia y el estado unirán su poder para compeler a «todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos» (Apocalipsis 13: 16), a recibir la marca de la bestia, sin embargo, el pueblo de Dios no la recibirá…

Tremendas pruebas aguardan al pueblo de Dios. El espíritu de la guerra está conmoviendo a las naciones de un cabo al otro del mundo. Pero el pueblo de Dios permanecerá Incólume en medio del tiempo de angustia que está por venir, un tiempo de angustia sin parangón en el mundo. Satanás y sus ángeles no pueden destruirlo, porque está protegido por ángeles de poder superior (Mensajes selectos, t. 2, p. 63).

Cada momento de nuestra vida es intensamente real. La vida no es un juego; está llena de solemne importancia, cargada de responsabilidades eternas. Cuando consideremos la vida desde este punto de vista, nos daremos cuenta de nuestra necesidad de ayuda divina. Sentiremos vigorosamente la convicción de que una vida sin Cristo será una vida de completo fracaso; pero si Jesús habita en nosotros, viviremos para un propósito. Entonces comprenderemos que sin el poder de la gracia y el Espíritu de Dios, no podemos alcanzar la elevada norma que él ha colocado delante de nosotros (A fin de conocerle, p. 87).

Elena G.W

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *