Miércoles 4 de octubre – EL DIOS QUE SIGUE ESTANDO CON NOSOTROS

LA MISIÓN DE DIOS EN FAVOR DE NOSOTROS: PRIMERA PARTE “Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo:’¿Dónde…

 Miércoles 4 de octubre – EL DIOS QUE SIGUE ESTANDO CON NOSOTROS

LA MISIÓN DE DIOS EN FAVOR DE NOSOTROS: PRIMERA PARTE

“Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo:’¿Dónde estás?'» (Efe. 1:9, 10).

Miércoles: 4 de octubre

EL DIOS QUE SIGUE ESTANDO CON NOSOTROS

La vida y el ministerio de Jesús fueron la revelación suprema de Dios. En unos tres años, Dios pudo revelar más sobre quién era él y en qué consistía su misión que en todo lo que había hecho mediante los demás métodos en las generaciones anteriores. Cristo era la perfecta “imagen del Dios invisible», aquel en quien “habitase toda su plenitud […] haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Col. 1:15, 19, 20). En Cristo, la naturaleza misionera de Dios se dio a conocer por completo. Jesús mismo reveló su misión al decir: “El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10).

Lee Juan 3:16 y reflexiona detenidamente sobre el mensaje. Cómo ves que interactúan aquí el amor y la misión de Dios?

 

Juan 3:16

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Más adelante en su ministerio, cuando Jesús se acercaba a su última semana de vida, el destino final de la humanidad estaba en juego. Los acontecimientos que tuvieron lugar durante esos días conectaron la expectativa del pasado con la esperanza del futuro. Durante la celebración de la Pascua (que señalaba la liberación de la opresión en Egipto), Jesucristo, el Dios encarnado, entregó su vida para librarnos de la esclavitud del pecado. El apóstol Pablo escribió: “Al que no tenía pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros llegásemos a ser justicia de Dios en él» (2 Cor. 5:21).

Lee Mateo 28:18 al 20. Cuál es la promesa que podemos encontrar en la Gran Comisión? ;Qué seguridad nos da al comprometernos con la misión de Dios?

 

Mateo 28:18-20

18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

La muerte de Cristo fue parte del proceso de reconciliación, no su fin. Mediante su resurrección, Jesús venció la muerte y recibió «toda autoridad [..] en el cielo y en la tierra» (Mat. 28:18). En vista de esta realidad, encomendó a todos sus seguidores que hicieran discípulos en todo el mundo, con una promesa asombrosa: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mat.28:20).

De qué manera experimentaste en tu propia vida el cumplimiento de la promesa de Jesús de estar «con ustedes todos los días” cuando te dedicas a la misión?

Comentarios Elena G.W

Jesús consideró al mundo en su estado caído con piedad infinita. Tomó sobre sí la humanidad para tocarla y elevarla. Vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Llegó hasta lo más profundo de la miseria y la aflicción humanas, para tomar al hombre tal como lo encontró, un ser manchado de corrupción, degradado por el vicio, depravado por el pecado y unido a Satanás en la apostasía, y elevarlo a un asiento en su trono. Pero estaba escrito de él que «no desfallecerá ni se desanimará», y siguió adelante en el camino de la abnegación y el sacrificio, dándonos un ejemplo para que siguiéramos sus pasos.

Debemos trabajar como lo hizo Jesús, apartándonos de nuestro propio placer, alejándonos de los sobornos de Satanás, despreciando la comodidad y aborreciendo el egoísmo, a fin de poder buscar y salvar lo que está perdido, llevando a las almas de las tinieblas a la luz, al resplandor del amor de Dios. Se nos ha encomendado que vayamos y prediquemos el evangelio a toda criatura. Hemos de llevar a los perdidos la noticia de que Cristo puede perdonar los pecados, puede renovar la naturaleza, puede revestir el alma con el manto de su justicia, traer al pecador a su sano juicio, y enseñarle y capacitarlo para ser un obrero junto con Dios (Fundamentals of Christian Education, p. 199).

La muerte de Cristo demuestra el gran amor de Dios por el hombre. Es nuestra garantía de salvación. Quitarle al cristiano la cruz sería como borrar del cielo el sol. La cruz nos acerca a Dios, y nos reconcilia con él. Con la perdonadora compasión del amor de un padre, Jehová contempla los sufrimientos que su Hijo soportó con el fin de salvar de la muerte eterna a la familia humana, y nos acepta en el Amado.

Sin la cruz, el hombre no podría unirse con el Padre. De ella depende toda nuestra esperanza. De ella emana la luz del amor del Salvador; y cuando al pie de la cruz el pecador mira al que murió para salvarle, puede regocijarse con pleno gozo; porque sus pecados son perdonados. Al postrarse con fe junto a la cruz, alcanza el más alto lugar que pueda alcanzar el hombre.

Mediante la cruz podemos saber que el Padre celestial nos ama con un amor infinito. ¿Debemos maravillarnos de que Pablo exclamara: «Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo»? Gálatas 6:14. Es también nuestro privilegio gloriarnos en la cruz, entregarnos completamente a Aquel que se entregó por nosotros, Entonces, con la luz que irradia del Calvario brillando en nuestros rostros, podemos salir para revelar esta luz a los que están en tinieblas (Los hechos de los apóstoles, pp. 170, 171).

Elena G.W

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