Jueves 9 de mayo – LA VERDAD TRIUNFANTE – LOS DOS TESTIGOS

LOS DOS TESTIGOS “ ‘La hierba se seca, la flor se cae; pero la palabra de nuestro Dios permanece para…

 Jueves 9 de mayo – LA VERDAD TRIUNFANTE – LOS DOS TESTIGOS

LOS DOS TESTIGOS

“ ‘La hierba se seca, la flor se cae; pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre’ ” (Isa. 40:8).

Jueves: 9 de mayo

LA VERDAD TRIUNFANTE

A pesar de los ataques del enemigo, la obra de Dios en la Tierra llegará a un clímax glorioso. El evangelio se predicará a “toda nación y tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6). El gran conflicto entre Cristo y Satanás terminará cuando Cristo derrote completamente a los poderes del infierno. El Reino de Dios triunfará sobre el mal, y el pecado será erradicado para siempre del universo. Apocalipsis 11 comienza con el intento de Satanás, mediante la Revolución Francesa, de destruir la fe cristiana y erradicar la creencia en Dios, pero el capítulo termina con el triunfo del Reino de Dios sobre los principados y las potestades del mal. Es un estímulo para todos los que sobrellevan duras pruebas por la causa de Cristo y su verdad.

Lee Apocalipsis 11:15 al 18. Según estos versículos, ¿qué acontecimientos tendrán lugar en el tiempo del fin cuando suene la séptima trompeta?

 

Apocalipsis 11:15-18

15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. 16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, 17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. 18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

Los reinos de este mundo llegarán a ser los reinos de nuestro Señor. Cristo es victorioso. El mal es derrotado. Jesús gana y Satanás pierde. La justicia triunfa. Reina la verdad. Haríamos bien en prestar atención a la siguiente instrucción: “Lo que se edifique sobre la autoridad de los hombres será derribado; pero lo que se cimente sobre la roca de la inalterable Palabra de Dios permanecerá para siempre” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 332).

Lee Apocalipsis 11:19. ¿Qué vio Juan abierto en el Cielo? Y ¿qué vio cuando miró el Cielo por dentro?

 

Apocalipsis 11:19

19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.

El Templo de Dios en el Cielo se abrió a la vista de Juan. Al contemplar el Lugar Santísimo, vio el Arca del Pacto. En el Santuario del Antiguo Testamento, que era un tipo inspirado en el modelo del gran original en el Cielo, la gloriosa presencia de Dios se revelaba entre las dos figuras angélicas formadas en la cubierta del Arca del Pacto. Dentro del Arca estaba la Ley de Dios. Aunque somos salvos solo por la gracia mediante la fe, la obediencia a la Ley de Dios revela si nuestra fe es auténtica. La Ley de Dios es la base, o norma, del Juicio (Sant. 2:12). Este hecho adquiere especial importancia y relevancia en el tiempo del fin (ver Apoc. 12:17; 14:12).

¿De qué manera nos habla hoy el sorprendente contraste entre la impiedad de la Revolución Francesa y el glorioso clímax que se describe en Apocalipsis 11?

Comentarios Elena G.W

Cuando el Señor estuvo a punto de separarse de sus discípulos, los consoló en su aflicción asegurándoles que volvería: «¡No se turbe vuestro corazón!… En la casa de mi Padre muchas moradas hay… voy a prepararos el lugar. Y si yo fuere y os preparare el lugar, vendré otra vez, y os recibiré conmigo». «Cuando el Hijo del hombre vendrá en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria; y delante de él serán juntadas todas las naciones». Juan 14:13; Mateo 25:31, 32…

Entonces será quebrantado el poder del mal que tanto tiempo duró; ‘‘lel reino del mundo» vendrá «a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará para siempre jamás!» «¡Será manifestada la gloria de Jehová, y la verá toda carne juntamente!» «Jehová hará crecer justicia y alabanza en presencia de todas las naciones». El «será corona de gloria y diadema de hermosura para el resto de su pueblo». Hechos 3:21; Apocalipsis 11:15; Isaías 40:5; 61:11; 28:5 (El conflicto de los siglos, p. 303).

Dice Cristo: «Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar». Apocalipsis 3:8. Cuán arduamente tratan los hombres de cerrar esa puerta; pero no pueden. El testimonio de Juan es: «Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo». Apocalipsis 11:19. Debajo del propiciatorio, dentro del arca, estaban las dos tablas de piedra que contenían la Ley de Jehová. Los fieles de Dios veían la luz que emanaba de la ley, para ser dada al mundo. Y ahora la intensa actividad de Satanás tiene el propósito de cerrar esa puerta de luz; pero Jesús dice que nadie puede cerrarla. Los hombres se apartarán de la luz, la atacarán y despreciarán, pero aún resplandece con rayos claros y nítidos para animar y bendecir a todos los que la contemplan.

Los hijos de Dios tendrán una fiera lucha con el adversario de las almas, y se volverá extremadamente encarnizada a medida que nos acercamos a la culminación del conflicto. Pero el Señor ayudará a los que se levanten en defensa de su verdad (Fe y obras, p. 46).

Edificamos en Cristo por la obediencia a su palabra. No es justo quien solo se complace en la justicia, sino quien la ejecuta. La santidad no es arrobamiento; es el resultado de entregarlo todo a Dios; es hacer la voluntad de nuestro Padre celestial. Cuando los hijos de Israel acampaban en los límites de la tierra prometida, no bastaba que tuvieran conocimiento de Canaán ni que entonaran los himnos de Canaán. Esto solo no les daría posesión de los viñedos y olivares de la buena tierra. Tan solo podían hacerla suya en verdad ocupándola, cumpliendo las condiciones, ejerciendo una fe viva en Dios, y aplicando las promesas a sí mismos mientras obedecían sus instrucciones (El discurso maestro de Jesucristo, p. 125).

Elena G.W

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