Miércoles 20 de septiembre – ESCUDO, CASCO Y ESPADA – “HACIENDO LA PAZ”

“HACIENDO LA PAZ” “Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que puedan apagar todos los dardos encendidos del…

 Miércoles 20 de septiembre – ESCUDO, CASCO Y ESPADA – “HACIENDO LA PAZ”

“HACIENDO LA PAZ”

“Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que puedan apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomen el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efe. 6:16, 17).

Miércoles: 20 de septiembre

ESCUDO, CASCO Y ESPADA

Los creyentes, como combatientes en el Gran Conflicto, ¿cuándo y cómo deben usar el escudo, el yelmo y la espada? Efesios 6:16, 17.

 

Efesios 6:16-17

16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

El escudo de Pablo es el gran escudo rectangular de un legionario romano. Hecho de madera y recubierto de cuero, sus bordes se curvan hacia adentro para protegerse de los ataques laterales. Cuando se mojaban en agua, los escudos podían “apagar […] dardos encendidos”, extinguir flechas sumergidas en brea y prendidas fuego. La descripción de Pablo del “escudo de la fe” refleja el uso del escudo en el Antiguo Testamento como símbolo de Dios, quien protege a su pueblo (Gén. 15:1; Sal. 3:3). Empuñar “el escudo de la fe” (Efe. 6:16) es entrar en la batalla cósmica confiando en Dios, quien pelea en favor de los creyentes (Efe. 6:10), provee las mejores armas (Efe. 6:11, 13) y asegura la victoria.

Al mismo tiempo, el casco de batalla romano estaba confeccionado de hierro o bronce. Al cuenco que protegía la cabeza se le añadía una placa en la parte posterior para proteger el cuello, orejeras, un arco para las cejas y placas con bisagras para proteger las mejillas. Dada la protección esencial que brindaba, “el yelmo de la salvación” (Efe. 6:17) simboliza la salvación presente que experimentan los creyentes en solidaridad con el Cristo resucitado, ascendido y exaltado (Efe. 2:6–10). Ponerse “el yelmo de la salvación” significa rechazar el temor a los poderes espirituales, tan común durante la época y, en cambio, confiar en el poder supremo de Cristo (comparar con Efe. 1:15–23; 2:1–10).

El elemento final de la armadura es “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efe. 6:17), que se refiere a la espada corta de dos filos del legionario romano. La táctica habitual en batalla era lanzar dos jabalinas (que Pablo no menciona) y luego desenvainar la espada y atacar, empleando la espada corta en un movimiento de empuje. La espada de los creyentes es “la espada del Espíritu”, en el sentido de que la provee el Espíritu, un arma identificada como “la palabra de Dios”. Pablo da un paso al frente como general, y lanza un llamado a la acción al transmitir promesas de esperanza y victoria del Comandante en Jefe divino. Son estas promesas, expresadas en Efesios 6:10 al 20, las que constituyen “la palabra de Dios” como el arma principal en la batalla contra el mal. La “palabra de Dios”, entonces, se refiere a las amplias promesas del evangelio que encontramos en la Biblia.

Aunque posiblemente no nos gusten tantas imágenes militares, ¿qué deberían enseñarnos estas imágenes acerca de cuán literal es realmente el Gran Conflicto y con cuánta seriedad debemos tomarlo?

Comentarios Elena G.W

Todos los que se alistan bajo la bandera ensangrentada del Príncipe de la vida, de allí en adelante considerarán a Satanás como un enemigo, y con la fortaleza de Dios se opondrán a él como a un adversario mortal. Tomarán el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que la Palabra de Dios. ¿Y qué harán para mantenerse en una posición ventajosa? «Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia». Efesios 6:18.

Deberíamos estar alerta para advertir el peligro. Deberíamos ver el carácter odioso del pecado y expulsarlo del alma. Los hacedores de la Palabra saben que en Jesús hay poder, que llega a ser de ellos por la fe. Están vestidos de la justicia que Dios aceptará, porque es la justicia de Cristo. Cubiertos de la armadura de Dios, la panoplia del cielo, resisten con éxito los engaños de la serpiente (En los lugares celestiales, p. 50).

Pregunté al ángel por qué no había más fe y poder en Israel. Me respondió: «Soltáis demasiado pronto el brazo del Señor. Asediad el trono con peticiones, y persistid en ellas con firme fe. Las promesas son seguras. Creed que vais a recibir lo que pidáis y lo recibiréis». Se me presentó entonces el caso de Elías, quien estaba sujeto a las mismas pasiones que nosotros y oraba fervorosamente. Su fe soportó la prueba. Siete veces oró al Señor y por fin vio la nubecilla. Vi que habíamos dudado de las promesas seguras y ofendido al Salvador con nuestra falta de fe. El ángel dijo: «Cíñete la armadura, y, sobre todo, toma el escudo de la fe que guardará tu corazón, tu misma vida, de los dardos de fuego que lancen los malvados». Si el enemigo logra que los abatidos aparten sus ojos de Jesús, se miren a sí mismos y fijen sus pensamientos en su indignidad en vez de fijarlos en los méritos, el amor y la compasión de Jesús, los despojará del escudo de la fe, logrará su objeto, y ellos quedarán expuestos a violentas tentaciones. Por lo tanto, los débiles han de volver los ojos hacia Jesús y creer en él. Entonces ejercitarán la fe (Primeros escritos, p. 73).

La familiaridad con las Escrituras agudiza la capacidad de discernimiento, y fortifica el alma contra los ataques de Satanás. La Biblia es la Palabra del Espíritu, que nunca dejará de vencer al adversario. Es el único verdadero guía en todos los asuntos de fe y de práctica. La razón por la cual Satanás tiene tanto control sobre la mente y el corazón de los hombres, es que no han hecho de la Palabra de Dios su consejero, y todos sus caminos no han sido probados mediante la prueba verdadera. La Biblia nos mostrará el curso que debemos seguir para llegar a ser los herederos de la gloria (Nuestra elevada vocación, p. 33).

Elena G.W

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